Thursday, November 16, 2006

Flashes de mi infancia!!..
A unas cuantas casas de la mía, vive una familia peculiar, donde vive un niño gordito y simpaticón que me recuerda mucho mi a infancia, Que porque?.. Pues porque se la pasa jugando descalzo en la calle, no le gusta ir a la escuela y por lo poco que percibo, tampoco le gusta bañarse.
El otro día lo ví sufrir con una bolsa de yute, de esas que le decimos “redes”, en la cual llevaba artículos comestibles necesarios para que una madre prepare la comida., Al verlo, involuntariamente hice un rewind en mi mente y nuevamente reviví la época en la que mi madre, abuela, tía, y cualquier adulto de mi familia, me tenían en calidad de esclava un día si y otro día también. Con esto no quiero decir que me ponían a planchar, lavar, cocinar o limpiar noooo, yo de eso no puedo quejarme… fui, soy seré siendo una webona empedernida que a duras penas sabe como guisar un huevo con salsa... la esclavitud de la que yo hablo es porque en mi infancia (al igual que a mi vecinito), me hacían ir por “mandados” a cualquier sitio y por cualquier cosa.
Ese correveypidele, andaveycomprame, mermó mi niñez, y el tiempo que bien pudiera haber aprovechado en jugar a la trae, a las escondidas, a las comiditas o simplemente para ver mis caricaturas favoritas, se desperdiciaba sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo… en hacer mandados.
El caso es que yo estaba tan tranquila desarrollando actividades importantes propias de mi infancia, cuando de repente aparecía mi madre o abuela o tía o… y me soltaban el: "Anda niña..."El anda niña era como si se cayese una losa encima de mi cabeza de golpe. Ese "Andaaaa niiiñññaaauuuu", lo escuchaba automáticamente ya como con eco y en cámara lenta. "Anda ve a la tienda y me sacas fiado con don fulano un poco de perejil, pero fíjate bien que no te vaya a dar del que esta viejo y podrido; pero antes ve a casa de doña Tencha y pídele prestado unos huevos frescos de los que puso su gallina en la mañana, peeeero noooo los vayas a quebraaarrrrr y luego vas con doña naborita la de la esquina y le sacas fiado una barra de pan bimbo y 250 gramos de jamón". Y claro, me empezaban a meter tantos datos en la cabeza y yo como la tenía ocupada unos instantes antes con Don gato y su pandilla, pues no me acordaba de todo. ¿Y al final qué pasaba? Pues que traía una barra de jamón, 250 gramos de pan de perejil y le pedía a la gallina si nos podía prestar unos huevos bimbo de los puso Doña Tencha en la mañana. Y claro, Doña Tencha, con cara de poseída, sin entender ni madres, terminaba corriéndome a escobazos de su casa.
Y todo porque??, fácil… porque a mi madre, abuela, tía, etc.. nada mas no les daba la gana ir ellas mismas por las cosas. Y ya ves tú, como si tuvieran muchas cosas que hacer... Si sólo tenían que barrer, fregar, limpiar, lavar los platos, preparar la lavadora, tender, planchar, hacer la comida... Pero eso que es?, Qué es eso en comparación con las cinco horas que necesitaba yo para relajarme después de una larga mañana en la escuela?… De plano, no había respeto por las necesidades de la niñez.
Pero lo peor de todo, aunque parezca mentira, no era eso, claro que hay algo peor… las vecinas, que también son madres, te mandaban a hacer sus cosas también. Aquí un ejemplo de este caso. Imaginen la escena: Se encuentra mi madre hablando con Doña Tencha (la de los huevos… y vaya que los tenía!) y de repente le escucho decir: "Es que no puede ser Tencha, hay mucha cola en la tortillería... y se pierde taaaanto tiempooooo" La verdad es que mi madre no tenia ganas de ir a la tortillería. Y como la vecina lo presiente, sin pena alguna le responde: "Pues manda a la niña". ¿¡Como que manda al niña!? ¿han pedido mi opinión? ¿Es que no ve que tengo cosas que hacer? ¡A ver, porque mejor no manda al flaco enjutado de su hijo Marquitos?... Claro que todo esto lo yo digo solamente en mi mente, porque en esa época era pena de muerte para un niño el participar en una conversación de adultos… El asunto es que la vecina a dicho las palabras justas que mi madre quería escuchar y termina por mandarme a la tortillería y como bien dice el dicho… “ves burro y se te antoja viaje”, Doña Tencha logra también su propósito, ya que además de ir por las tortillas de mi madre, yo termino pasando al estanquillo de Don Pabis por un bote de Knor-tomate, que la muy abusada, necesitaba para la sopa.
Total, que en mi época, las tortillerías, tiendas y estanquillos siempre estaban llenos de niños "explotados" como yo, con largas listas mal escritas de lo que se tenía que comprar y cargando bolsas de 5 kilos en cada brazo, que hacian el "mandado", porque de lo contrario no habría mas televisión o tiempo para jugar en la calle… ahhh, y algunas veces, mi madre, abuela, tía, vecina, etc.. me llegaban a decir, tal vez como premio de consolación… y te quedas con el cambio… Jaaaaa, el cambio?, vamos que a lo mucho 5 centavos era lo que llegaba a sobrar, lo cual no alcanzaba ni para un chicle totito…
Claro que el ser niño no es obstáculo para que tu inteligencia te ayude a encontrar la solución a este “abuso”… Recuerdo a mi hermano Fernando, quien en pleno mediodía con 40 grados a la sombra y sin ninguna consideración me hacía caminar más de 10 cuadras para comprarle una tostada de pollo para comer, lo pesado no era ir por la tostada de pollo, lo pesado era controlar mis ansias por comértela… Un día no pude evitarlo y me la comí completita… mientras la disfrutaba (en la resbaladilla del parque), comencé a pensar en lo que tendría que decir para evitar un buen castigo. Cuando estaba saboreando la crema de la tostada que quedaba, mi mente se ilumino (casi puedo asegurar que la crema de la tostada fue la causante de mi brillante idea)… Así que una cuadra antes de llegar a mi casa, me solté a llorar como una magdalena (vamos, solo era necesario acordarme de tanta mandaderaaaa) y al llegar a casa, le conté a mi abuela, que unos niños mas grandes que yo me habían quitado el dinero…mi plan hubiera sido perfecto y a la fecha nadie sabría la verdad, de no ser porque fue la misma crema de la tostada, la que me delato, ya que mi mejilla estaba manchada de ese espeso lácteo… No pude evitar una buena regañada por mentir y un par de nalgadas por comerme la tostada, pero fue el remedio que puso fin a los mandados de mi hermano, porque después de ese día, él prefería ir a comprar su tostada.
Bueno amigos, en realidad, solo estoy satirizando un poco las cosas, mi infancia fue maravillosa y gustosa la viviría cien veces de la misma forma… Siempre amare a mi madre, a mi abuela, a mis tías, etc.. inlcuso hasta a Doña Tencha…. : )

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